Ovis canadensis

Forman rebaños estacionales: los machos se agrupan separados de las hembras fuera de la época reproductiva, mientras que en otoño se forman grupos mixtos durante el celo. Trepadores ágiles, usan acantilados escarpados y repisas para escapar de los depredadores y alimentarse de hierbas, arbustos y plantas herbáceas.

La temporada de celo ocurre a finales del otoño, cuando los machos chocan sus cuernos en dramáticas batallas cabeza a cabeza para establecer la dominancia y ganar acceso a las hembras. Tras una gestación de aproximadamente seis meses, las hembras suelen dar a luz una cría — ocasionalmente dos — en primavera. Los corderos permanecen cerca de sus madres hasta el invierno siguiente.

Los machos adultos pesan entre 65 y 110 kg (145–240 libras), y sus cuernos curvados pueden superar los 30 kg de hueso. Las hembras son más pequeñas (45–68 kg o 100–150 libras) y tienen cuernos más cortos y delgados. Su estructura de pezuñas — con borde exterior duro y almohadilla interior blanda — les proporciona un agarre excepcional en superficies rocosas.

Antiguamente distribuidos por toda América del Norte, los carneros sufrieron un gran declive en los siglos XIX y principios del XX debido a la caza excesiva, la transmisión de enfermedades desde el ganado doméstico y la fragmentación del hábitat. Los primeros esfuerzos de conservación — como las reubicaciones y la protección del hábitat — ayudaron a recuperar muchas poblaciones.

La UICN clasifica al carnero de las Rocosas como de “Preocupación Menor” en términos generales, aunque algunas subespecies (como la del Sierra Nevada) siguen estando en peligro o amenazadas. La gestión actual se centra en la prevención de enfermedades, la conectividad del hábitat y un monitoreo cuidadoso para mantener y expandir poblaciones saludables.