Los camellos se han adaptado a su entorno desértico con características especializadas como grandes patas planas que evitan que se hundan en la arena, y fosas nasales que pueden cerrarse para protegerse de las tormentas de polvo. Sus jorobas almacenan grasa, no agua como comúnmente se cree, proporcionando reservas de energía esenciales para sobrevivir en condiciones severas. Pesan entre 400 a 1,000 kilogramos (880 a 2,200 libras), dependiendo de la especie y la edad.