Meleagris gallopavo

Los pavos buscan alimento en grupo, rascando entre las hojas caídas en busca de bellotas, semillas, insectos y bayas. Duermen en los árboles por la noche para estar seguros, usan llamados agudos y aleteos para advertir al grupo del peligro, y pueden alzar el vuelo en distancias cortas si se sienten amenazados.

La temporada de cría comienza en primavera, cuando los machos gluglutean y desfilan para cortejar a las hembras. Las pavas construyen nidos poco profundos en el suelo y ponen de 8 a 15 huevos, que incuban solas durante unos 28 días. Los polluelos son precoces y siguen a la madre pocas horas después de nacer.

Los pavos salvajes adultos pesan entre 5 y 11 kg (11–24 libras) y miden aproximadamente 1 metro (3 pies) de alto. Tienen patas largas y fuertes para correr, y los machos presentan espolones afilados que usan en combates entre machos. Su visión y oído están bien desarrollados para detectar depredadores.

Originarios de América del Norte, los pavos fueron domesticados por los pueblos indígenas hace más de 2.000 años. Los colonos europeos llevaron ejemplares domesticados a Europa en el siglo XVI, lo que dio lugar a la cría extensiva de razas tradicionales y comerciales.

Las poblaciones de pavos salvajes se han recuperado del declive que sufrieron en el siglo XX gracias a la gestión del hábitat y a la caza regulada; la especie está clasificada como de “Preocupación Menor” por la UICN. Los pavos domesticados son actualmente una de las aves de corral más comunes del mundo, criados principalmente por su carne.